Qué dificil es escribir cuando uno `pierde la costumbre´!!
Antes del viaje era un constante subibaja emocional: llorar de alegría, llorar de tristeza absoluta, llorar por la torpeza, llorar porque estaba cansada de llorar..y llorar por una extirpación del lagrimal...
Durante, sentir que no me era ajena la ciudad y ella se comporta de manera extraña conmigo, no es violenta como suelen decir que es..igual mucho va en el color decodificador que se use en ese momento.
Otra cosa fue el recital, más de dos horas de piel de gallina, tanta agua chorreaba que tenía los dedos como viejita hasta que al final tuvimos que salir del lugar medio-adelante que estabamos porque el calor y mi pequeñez me estaban asfixiando.Son de esas sensaciones que uno puede experimentar pocas veces en la vida.
El viaje de avionete fue otro asunto, increíblemente ya había experimentado la sensación de volar (cuando siento mucha felicidad, me da la misma sensación, que me dió cuando despegamos).
No hubo mucha vida turística como el año anterior, fue visita de gente querida de Cris más que nada.
Volvimos y el cuerpo se desaclimató.
Recibí los 24 -año de sillas si los habrá!-extrañamente.
Aún hoy me pregunto por qué la gente que quiero no se hizo tiempo de saludarme -más considerando que al día siguiente era feriado-. Es parte de crecer, supongo.
Creo además que eso me afectó, en algún punto estoy tratando de mediocrizar las cosas, intentando no "idealizar-fatalizar" tanto...cuesta, ya que siempre he sido una chicapolos.
Hoy me encuentro intentando respirar, pero al pensar en estas cosas, la espalda se venció, y cada vez más me cuesta llenar los pulmones profundamente...