martes, 14 de agosto de 2007
Relato de animales urbanos.
4/01/07
Sacrílegos enanos!!! -de jardín- huyeron, bajo la mirada del perro de las tejas rojas, en la esquina donde habitaban los mugrosos patos.
Los niños también han aprendido a despedirse, aún sabiendo que su llanto no va a ser ahogado. No es algo vano, es escucharse tras negocios, cebollas y viejos.
El gato vio que Omar, distraído, dejó su deseo en el nylon prometido. Sigilosamente, bajo la mirada atenta de la muda, dió pasos hacia atras agradeciendo con la mirada el dichoso festín y brindándolo con nosotros tas su glorioso hallazgo. Omar miraba a la calle y la lavandina, para que mantenida en vertical, no derramara.
La bolsa blanca, un gato negro y luz amarilla de el viejo farol de la escuela, permitieron que la ya no muda y sus famosos y gordos índices se reproducieran hacia el piso, en donde, el festín iba a comenzar.
Allí Omar dejo de respirar limpio y al ver que el gato ya era dueño del nylon blanco, se lo arrebato precipitadamente, bajo la sonrisa macabra de la acusadora.
Esos mugrosos patos habían traficado con los cascos de muchos de los que habían amado las esquinas. Habían acuartelado todo hasta el punto de que ya ni por la vereda de enfrente nos animábamos a cruzar. Sus picos eran terríblemente voraces cuando trataban de alejarnos. Días y lluvias pasaron hasta que algo se empezaría a gestar en el corazón de todos y en la voluntad de los enanos, quienes, habían sido los más perjudicados.
La sorpresa la da cualquiera...
Los niños también han aprendido a despedirse, aún sabiendo que su llanto no va a ser ahogado. No es algo vano, es escucharse tras negocios, cebollas y viejos.
El gato vio que Omar, distraído, dejó su deseo en el nylon prometido. Sigilosamente, bajo la mirada atenta de la muda, dió pasos hacia atras agradeciendo con la mirada el dichoso festín y brindándolo con nosotros tas su glorioso hallazgo. Omar miraba a la calle y la lavandina, para que mantenida en vertical, no derramara.
La bolsa blanca, un gato negro y luz amarilla de el viejo farol de la escuela, permitieron que la ya no muda y sus famosos y gordos índices se reproducieran hacia el piso, en donde, el festín iba a comenzar.
Allí Omar dejo de respirar limpio y al ver que el gato ya era dueño del nylon blanco, se lo arrebato precipitadamente, bajo la sonrisa macabra de la acusadora.
Esos mugrosos patos habían traficado con los cascos de muchos de los que habían amado las esquinas. Habían acuartelado todo hasta el punto de que ya ni por la vereda de enfrente nos animábamos a cruzar. Sus picos eran terríblemente voraces cuando trataban de alejarnos. Días y lluvias pasaron hasta que algo se empezaría a gestar en el corazón de todos y en la voluntad de los enanos, quienes, habían sido los más perjudicados.
La sorpresa la da cualquiera...
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